Como cada temporada estival, nos gusta acompañar a nuestros amigos y colegas de formación (geólogos) al misterioso mundo subterráneo. Caminando en la profundidad, en busca del hielo perdido, y nunca mejor dicho porque cada año queda menos.
Un interesante proyecto de investigación del IPE – CSIC – UZ, en el que se encuentran monitorizadas varias cuevas del Pirineo. Esta red de cavidades se encuentran repartidas entre los Valles Occidentales y el Pirineo Central Aragonés, así como en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y Cotiella.
¿Qué hace especiales estas cuevas? En lo mas profundo de su recorrido guardan un valioso tesoro. En este caso no son riquezas, ni una fábrica de monedas de oro, como se dice en alguna leyenda, en las que el tintinear de las gotas en la oscuridad, hacía volar la imaginación. El tesoro es el hielo, hielo fósil de varios miles de años de antigüedad.

A lo largo del recorrido en cada cueva, se van descargando los diferentes sensores que registran durante el año valores de temperatura, humedad, CO2; también se mide la variación en la altura del hielo, y en algunas el goteo, es decir el agua que se infiltra a través del sistema kárstico. Estos datos, y a lo largo de los años, permitirán observar cambios en estos frágiles y a la vez estables mundos silenciosos, siendo el mejor reflejo de lo que está ocurriendo en el exterior. Además de entender mejor el clima pasado de la cordillera.

Esta vez tocó adentrarse en el cueva S10, perteneciente al Sistema Kárstico de Lecherín, muy cerquita de casa, Borau. Con especial cariño recorrí este misterioso lugar helado, en el que en algunos lugares se podía sentir el abismo kárstico que nos rodeaba. La osucuridad, lo inaccesible del lugar, el frío… te hace sentir como un intruso, un curioso que entra a un lugar que no le pertenece.
Increíbles lugares de nuestra casa, que tengo la suerte de conocer y explorar.
Álex Montañés, Geólogo y guía de montaña en el Pirineo, Borau.